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Alimentación apropiada para los Adultos Mayores

La salud, en cualquier etapa de la vida, está condicionada en gran parte por los hábitos, el deporte que se practica y, por supuesto, lo que se come día a día. En la tercera edad, cuando los achaques son una constante, la atención que ha de prestarse a los alimentos que se ingieren y a la forma de cocinarlos tiene una importancia fundamental si se quieren prevenir continuas visitas al médico.

Las personas mayores, más propensas a padecer problemas de hipertensión, diabetes o anemia, pueden ver disminuidas sus dolencias con una alimentación sana y equilibrada cuya elaboración, además, llega a ser una entretenida y creativa tarea. Desde ir a la compra hasta hacer la comida diaria o innovar nuevos platos, la cocina supone una actividad que es beneficiosa no sólo para el estómago, sino también para la mente; hacer la lista de la compra, recordar los ingredientes o estar atento a los tiempos de cocción suponen un sano ejercicio mental.


Las personas mayores tienden a eliminar ciertos alimentos del menú diario, como la carne, por su difícil masticación. Es cierto que, con el paso del tiempo, la dentadura y la mandíbula van debilitándose, pero no es razón suficiente para provocar una carencia de ciertos nutrientes indispensables. La dificultad de comer se resuelve fácilmente mediante purés: verduras, carnes y pescados serán los ingredientes estrella de un primer plato.

Las papilas gustativas también cambian, por lo que se perciben sabores diferentes en alimentos que se está habituado a comer. Además, esta sensación se ve incrementada por el habitual consumo de medicamentos que se da en los ancianos. Por ello, es importante que los platos estén bien condimentados, aunque sin pecar en el exceso de sal.

Las bebidas estimulantes como el café o el alcohol, aunque no es imprescindible eliminarlos drásticamente, sí es conveniente reducir su consumo al máximo. No ocurre lo mismo con la leche o zumos que, además, aportarán una cantidad extra de nutrientes al organismo: proteínas y calcio, la primera, y vitaminas, los segundos. Además, tomar lácteos o determinadas infusiones, como la valeriana o la tila, antes de acostarse permite un mejor descanso, ya que poseen propiedades relajantes.


Dieta diaria


Las grasas constituirán un 25% del aporte nutricional total. Dentro de éstas, es importante propiciar más el consumo de las poliinsaturadas frente a las saturadas, ya que es perjudicial abusar de ellas. Las primeras las encontramos en los vegetales y el pescado.

Las proteínas suponen un 20% de la dieta en la tercera edad. Por tanto, para no exceder esta cantidad, siempre es preferible preparar pescados antes que carnes, a la vez que se combinan con verduras y hortalizas. El consumo de lácteos es necesario de forma especial en esta etapa, ya que representan una fuente fundamental de calcio, cuya carencia acelera la osteoporosis; desnatados serán aún más saludables.

Los hidratos de carbono llegan a un 55%, que conviene conseguir en su variante compleja, y que encontraremos en cereales, vegetales, frutas y legumbres. Asimismo, estos alimentos son una fuente importante de fibra.

Las vitaminas son tan importantes a esta edad como lo han sido en todas las etapas del crecimiento, así como los minerales; entre ellos destaca la importancia del calcio, ya que los huesos experimentan un proceso degenerativo que este compuesto ayuda a prevenir, magnesio, indispensable para el buen funcionamiento muscular y zinc, que es necesario para el sistema inmunológico y va desapareciendo con la edad.

Con unos cuidados mínimos, la alimentación en la tercera edad no será un problema para mantener la buena salud, eso sí, cuidando, incluso más que en otras etapas, los excesos.


Fuente: cocinayhogar.com

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