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Envejecimiento saludable

Ante el aumento de la esperanza de vida, mantener hábitos saludables y evitar factores de riesgo se torna fundamental si queremos vivir más y mejor nuestra madurez..

La esperanza media de vida en México en el año 1900 era de 35 años para los hombres (algo más en las mujeres). Un siglo después supera los 76 años en los varones y los 82 en las féminas. Esto hace que la educación desde la infancia en lo que se conoce como “estilos de vida saludable” sea fundamental de cara a preparar un envejecimiento satisfactorio que nos permita vivir con plenitud los últimos años de nuestra vida.

El manual “Nuevas miradas sobre el envejecimiento”, realizado por el jefe de servicio de Geriatría del Hospital Clínico San Carlos (Madrid), José Manuel Ribera Casado, explica que para conseguir este envejecimiento saludable hay que tener en cuenta tres aspectos básicos:

1.Evitar los hábitos tóxicos (tabaco o alcoholismo, entre otros).
2.La actividad física.
3.Una alimentación adecuada.

La literatura médica tiene perfectamente contrastado que la actividad física hace que vivamos más tiempo y en mejores condiciones. Además, según este manual, que se ha incorporado recientemente a la web del Instituto de Mayores y Servicios Sociales (Imserso), dependiente del Ministerio de Sanidad y Política Social español, el ejercicio mantiene en mejores condiciones los huesos y los músculos, favorece la función cardiaca y respiratoria, ayuda al control de determinadas enfermedades e, incluso, mejora la función mental.

Evitar los hábitos tóxicos

El tercero de los aspectos a tener en cuenta es la obligación de evitar los hábitos tóxicos. En este punto, el consumo de alcohol no tiene por qué ser prohibido totalmente. En la mayor parte de los casos puede ser limitado a un máximo de 1 ó 2 vasos de vino diario.

Sin embargo, lo que no admite excepciones es el tabaco. Este hábito sigue siendo un factor de riesgo para múltiples procesos cardiovasculares, respiratorios y tumorales a cualquier edad, no sólo en las personas mayores. La recomendación es suprimirlo siempre.De esta forma, dado que la esperanza de vida cada vez es mayor, se informa de que aquellas personas que quieran tener un envejecimiento pleno deberán adquirir unos hábitos de vida saludables y evitar factores de riesgo. Éstos les permitirán vivir más y mejor.
Ventajas de la actividad física

Así, vemos que las principales ventajas de la actividad física para que el individuo pueda conservar su autonomía hasta edades avanzadas son:

•Reduce los niveles de ansiedad.
•Ayuda a mejorar la actividad mental.
•Favorece la rehabilitación articular, respiratoria, traumatológica, vascular, post-quirúrgica, etc.
•Mejora la calidad de vida.
•Ayuda a mantener una buena masa muscular.
•Mejora la capacidad aeróbica.
•Reduce el riesgo de enfermedad cardiovascular.
•Estabiliza la densidad mineral ósea, previniendo la osteoporosis.
•Modifica favorablemente la homeostasia hidrocarbonada.
•Ayuda al control de procesos crónicos muy comunes en la vejez (cardiopatía isquémica, hipertensión arterial, diabetes mellitus, obesidad, depresión, osteoporosis, etc.).
•Ayuda en la lucha contra otros factores de riesgo cardiovascular, como tabaquismo o hipercolesterolemia.
El manual deja bien claro que “la edad nunca va a ser una contraindicación para la actividad física e incluso para el deporte, si se practica de la forma más adecuada para cada persona”. Explica que, desde el simple paseo o el baile hasta la práctica no competitiva de la natación, la marcha, el ciclismo, la gimnasia o el golf, la recomendación debe ser positiva, siempre y cuando no existan contraindicaciones evidentes ligadas a patologías específicas bien conocidas.

Alimentación adecuada y nutrición en la tercera edad

Otro de los “hábitos saludables” que se constituye en uno de los principios básicos de prevención en geriatría es el de una alimentación adecuada. En este punto, las recomendaciones requieren también del lógico sentido común y deben partir de un buen conocimiento de los problemas nutricionales más frecuentes y las necesidades de la persona mayor, así como de sus exigencias energéticas y sus carencias en cuanto a vitaminas y minerales.

•Es fundamental beber agua, que se ingiera una cantidad suficiente de líquido, nunca inferior a los dos litros diarios.
•Hay que fomentar el consumo de fibra, tanto a través de alimentos ricos en ella como mediante preparados específicos.
•Tiene que ser variada, acorde con los hábitos previos del sujeto.
•Debe contener suficiente aporte energético y ser rica en alimentos frescos, en productos lácteos, en vitaminas y en minerales.
•En determinadas situaciones puede estar indicada la administración de suplementos nutricionales o de dietas enriquecidas con vitaminas o minerales.

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