Las abuelas de hoy ya no responden al estereotipo de la viejecilla frágil que hornea galletitas o teje bufandas; esa imagen sobrevive sólo a través de películas, comerciales, programas de televisión o caricaturas.
En cambio, ahora podemos hablar de mujeres que procuran seguir hábitos saludables, practican algún deporte, tienen muchas amistades y llevan una vida sexual activa.
Cada vez es menos raro encontrar abuelas que se dedican a la política, gerentes de alguna corporación, profesoras en universidades, o personas jubiladas tras haber cumplido una vida de trabajo; todo esto se debe a que las perspectivas femeninas, después de la Segunda Guerra Mundial, han sido muy distintas y ofrecen innovadoras alternativas de superación y realización personal.
Sin embargo, hay un aspecto en el que las abuelas probablemente nunca cambiarán: no importa qué tipo de vida elijan, siempre tendrán un lazo de unión con sus hijos y nietos; no obstante, el papel se desempeñe puede resultar un riesgo en la educación de los pequeños, pues buen pueden mostrarse indiferentes o lejanas, o extremadamente consentidoras.
Como es entenderse, ambos extremos son pocos benéficos.
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